Opinión

La resistencia al neoliberalismo como razón social del Movimiento Obrero y el campo popular.

*Por Gustavo Ramírez

La bronca puede ser conmensurable. Aun cuando el gobierno se empecine en negar el impacto que tienen las movilizaciones en su andamiaje. La marcha de las velas revistió una característica particular. Diversos segmentos sociales que a priori parecen distantes pudieron confluir en una misma protesta. No fue un híbrido inexpugnable. Fue la bronca expresada en la calle. Por eso delante de la cabeza de la columna miles de personas auto-convocadas, se movilizaron por su cuenta puteando a Macri. El gobierno tiene que estar preocupado, porque parte de la clase media le dio la espalda. La historia puede ser cíclica en un punto pero la “gente” no pude ser subestimada todo el tiempo.

Pablo Moyano fue claro en su expresión cuando dialogó con AGN Prensa Sindical, para él la marcha fue “la expresión de ciento de ciento de miles de trabajadores y jubilados que están siendo afectados por estas medidas que está llevando adelante el gobierno. Ayer hubo un ruidazo muy importante en todo el país. Eso obligó que algunos legisladores del oficialismo que ahora se acuerden que están perjudicando al trabajador”. 

Contrariamente a lo que puede suceder con distintos funcionarios macristas los dirigentes sindicales que concurrieron a la marcha de las velas pueden caminar entre los trabajadores. Son su pares. No hay un escalafón social que los impulse a ponerse por encima. Y eso se percibe en las demostraciones de afecto que se les brinda en la calle. A los dirigentes sindicales los legitima su base algo que la gran mayoría del periodismo se empecina en desconocer como metodología para hostigar al sindicalismo. La expresión democrática de los gremios se expande en marchas como las de éste jueves a la noche.

Por eso Pablo Moyano expresó que “nosotros sí podemos estar en calle defendiendo los intereses de los trabajadores. Y esta es una demostración más, defendiendo los salarios y rechazando la política económica del gobierno”. 

El dirigente, representante de los trabajadores camioneros, resaltó que la fragmentación en el campo sindical “la produce el gobierno, las políticas del gobierno. Los que siempre hemos estado en la calle vamos a estar en la calle. Sería importante que los compañeros, donde sus trabajadores son afectados, estuvieran acá. Pero lo importante es que nosotros estamos en la calle”. 

¿Es posible nigunear a la multitud movilizada? Si, lo es. Para el gobierno resulta imprescindible negar y ocultar este tipo de movilizaciones. A todas luces quiere no quiere verse rodeado por los espectros que circundaron a De La Rúa en diciembre del 2001. No obstante el macrismo no dudó en llamar a sus sirvientes de la UCR para montar otra operación en el Congreso. Como si fuera una iniciativa inteligente y loable poltícamente intentó salir de la situación con una financiación en el pago de las boletas de servicios energéticos. Una burla violenta para aquellos que se han quedado sin recursos porque además, esta gestión, les robó el trabajo.

La vicepresidenta, dentro de sus limitaciones intelectuales, recayó en argumentos ilustrados por el convencionalismo moral de la autoayuda. Victimizó al empresario Mauricio Macri y fabuló sobre las bondades de un modelo que es devorado por el agujero negro de la economía liberal. Lo curios es que lo dijo cuando la marcha aun no se enfriaba. En la historia del neoliberaliso el cinismo es un factor determinante para sostener su estructura psico-política.

Resulta llamativo, pero la calle ahogó al discurso de Cambiemos. Decimos que es llamativo porque las miradas del campo popular se estanca en el pasado y no se permiten ver la evolución del presente. La unidad se forja en la calle. Y no hay clima de derrota. ¿Con la exigua diferencia de votos con la que Macri llegó presidente en el 2015, es pertinente hablar de legitimidad social de éste gobierno? ¿Ese sentir republicano, demasiado blanco, de la “gobernabilidad” no representa más una construcción narrativa mediática que una realidad popular? .

Tal vez la implantación, en la memoria colectiva, de la derrota absoluta tenga un efecto pulsional auto-destructivo. Lo que pude producir un efecto de aletargamiento en ciertos sectores de la militancia del campo popular. Es una metodología del neoliberalismo para romper lazos de colectividad y quebrar la voluntad de la creencia. El “no hay alterntiva” de Margaret Thatcher. Una trampa verbal que prende en la individualidad social del militante y rompe la autonomía de la consciencia.

Pero resulta que hay alternativa. La conocemos porque la experimentamos. La vivimos en la experiencia histórica. Fue y es un salto hacia adelante, cuantitativo y cualitativo, donde se rompieron los lazos que nos unían a los fantasmas del pasado. El hecho político de la consciencia social. Ese hecho reside en las acciones que genera el sindicalismo argentino. Es una cuestión simple que tiene una fijación estructurante que se resuelve en la defensa de los intereses de la clase trabajadora. Esa defensa es la razón ontológica del Ser gremial. Y ello es una ventaja para asumir la resistencia al modelo neoliberal.

Se vive un presente interesante para las fuerzas populares, aun ante la adversidad socio-económica. No se experimenta un repliegue que adormece a las masas en la zona tenebrosa de la incertidumbre. No hay quietud y hay bronca. También hay organización, como ocurre en los períodos históricos donde el Movimiento Obrero conducen los procesos de resistencia. Claro que no es un proceso fácil, puede resultar traumático, complejo. Pero es el significante de la unidad y se mueve. Por eso el gobierno entiende cada marcha como la movilización del enemigo. Su ideología lo ciega. Y allí esta la fortaleza de la calle como expresión del descontento popular, porque ante todo lo lucha es política.

 

Subir