Opinión

La Patria son los trabajadores

*Por Gustavo Ramírez

El paro se hace en junio. Nos dijo con determinación un alto dirigente de la CGT. Esa información fue ratificada por otros sindicalistas durante la Marcha Federal por Pan y Trabajo. La semana entrante se definirá la fecha. El consenso y el diagnóstico dan cuenta del proceso que se avecina y que comenzó a gestarse hace dos meses atrás.

Luego del última reunión de Consejo Directivo la CGT, de la mano de Juan Carlos Schmid, transitó su propio camino de lucha en las calles. Las manifestaciones contra el tarifazo rompieron la armonía del “supuesto” silencio de la Central y canalizaron el descontento de la dirigencia con una parte del Triunvirato. La construcción, para sumar voluntades a la lucha, fue un delicado entramado interno que sirvió para traccionar la fuerza conjunta.

Lo que ocurre en la calle da cuenta de la necesidad que urge a los trabajadores y de la madurez de los dirigentes para asumir su responsabilidad en la conducción del proceso. Los espacios multisectoriales han confluido en todos los frentes internos sin erosionar estructuras. Esa condición abre paso a un nuevo paradigma de unidad en el mapa y el territorio sindical. Pero a su vez, mantiene firme a la CGT que aun con divergencias internas no se quebró.

Acertaron los dirigentes que se mantuvieron orgánicos. Una ruptura de la Central Obrera habría sido funcional al gobierno en medio de la profundización del ajuste. De la misma manera que desplomaría la ofensiva de resistencia. Lo que cual representaba el aislamiento de las tendencias combativas. La organización vence al tiempo y fue lo que se trabajó.

La  Corriente Federal de Trabajadores, la Multisectorial 21F, la conducción de la CGT,  la CTEP aun en distintos espacios y por diversos caminos no dejaron de confluir en la calle. Para las fuerzas internas del Movimiento Obrero lo que se produce en el presente es parte del devenir histórico de la potencia del Movimiento Sindical. Lo que lo hace singular y complejo. El sindicalismo, por estas características, es  inaprehensible para el campo progresista, que a su vez no suele discernir la racionalidad peronista. Las organizaciones sindicales han sabido comprender, a lo largo del tiempo, que la lucha por el bienestar de la clase trabajadora es política. Mientras que el drama progresista se encajona en el confort de la denuncia moral y se restringe a lo ideológico.

El fetiche del paro nacional puede confundirse con ansiedades emocionales. Sobre todo cuando la masa de trabajadores esté en plena movilización. No es fácil encontrar, en nuestra historia, un período donde los sectores vulnerables hayan reaccionado con tanta premura contra el neoliberalismo como el actual. En ese contexto es preciso que la huelga general tiene que responder  a la conclusión de un plan de lucha. Y ellos es lo que se demanda en la actualidad.

La foto de la columna de la CGT no es una señal menor. Hacía tiempo que el corpus grueso de la dirigencia cegetista no encabezaba una marcha. Y es todo un mensaje. Si aun existen dirigentes que aspiran al dialogo con el gobierno seguramente la imagen de la contundente movilización los puede persuadir de abandonar toda esperanza. La presencia masiva de UPCN y la UOCRA  acorralan al escurridizo Roberto Fernández en la configuración de una medida de fuerza nacional. De no adherir al paro, nuevamente, la UTA quedaría expuesta sin reservas ante el clamor de los trabajadores en su conjunto

El paro madura. La unidad también. En esos márgenes los trabajadores cuentan con un aliado determinante: El Papa Francisco. Nunca como en otro período la Iglesia estuvo tan cerca de la clase trabajadora. Las definiciones políticas de la institución religiosa refuerza la potencia en la acción del Movimiento Obrero en su diagramación estratégica. En ese sentido la Patria ya no es el otro. La Patria son los trabajadores. Tal como demanda el principio rector del peronismo.  Y éste también es el mensaje para la política.

 

*Director de AGN Prensa Sindical

Periodista: La Señal Medios / Radio Gráfica

 

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